La inmensa mayoría de equipos electrónicos se alimentan con tensiones continuas provistas ya sea por pilas, baterías o por fuentes de alimentación a partir de la red. En este último caso y, hablando en términos muy generales, las fuentes de alimentación pueden ser lineales y conmutadas. A pesar de que un buen diseño de una fuente de alimentación convencional o lineal suele proporcionar mejores factores de regulación y rizado, así como una menor impedancia de salida que una fuente de tipo conmutado, son el rendimiento, el peso y el volumen los factores que más priman a la hora de decidirnos por estas últimas. Como ejemplo orientativo, el rendimiento de una fuente de alimentación lineal, en el mejor de los casos, no llegará al 40%, mientras que el de una conmutada normalmente estará entre el 70% y el 90%.
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