De manera general, los agroecosistemas más diversificados ¿que suelen coincidir con los gestionados mediante prácticas de la agricultura ecológica y tradicional¿ tienen mayores ventajas que los altamente simplificados, como los sistemas agrícolas convencionales y, particularmente, los monocultivos. El objetivo es integrar los componentes del ecosistema de forma que se mejore la eficacia biológica general, se preserve la diversidad y se mantenga la producción del sistema y su capacidad de autorregulación.
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