Introducción. La fibrinólisis del ictus isquémico debe llevarse a cabo cuanto antes; conocer las causas de retraso permite su eventual corrección. En los primeros 17 casos que tratamos comprobamos que tendía a agotarse el período de ventana terapéutica; evaluamos si las advertencias frente a ello, sin otras modificaciones logísticas u organizativas, han tenido impacto en las demoras. Pacientes y métodos. Se estimuló la celeridad en el tratamiento. Con 51 pacientes tratados, comparamos características y tiempos de demora en los primeros 17 casos (febrero de 2002 a junio de 2004) y en los 17 más recientes (octubre de 2005 a abril de 2006), utilizando tests no paramétricos (significación si p < 0,05). Resultados. Ambos grupos son similares demográfica y clínicamente. El tiempo inicio-puerta se alargó (46 min frente a 75 min; p = 0,01) y dispersó. El tiempo entre tomografía axial computarizada (TAC) y tratamiento se redujo a la mitad (57 min frente a 30 min; p = 0,001), con el consecuente acortamiento del período ¿puerta-aguja¿ (121 min frente a 90 min; p = 0,002). El tiempo puerta-TAC se mantuvo constante (50 min frente a 53 min; p = 0,9), y la demora total desde el inicio tampoco se modificó significativamente (165 min frente a 170 min; p = 0,7); la correlación lineal inversa entre tiempo de inicio-TAC y tiempo TAC-tratamiento perdió intensidad. Conclusiones. Las advertencias contra la procrastinación parecen haber sido eficaces para abreviar la toma de decisión de tratar (TAC-tratamiento) y el tiempo ¿puerta-aguja¿, mientras que el tiempo utilizado en la evaluación clinicorradiológica (puerta-TAC), sobre el que no había habido actuaciones, no se modificó. Ello ha permitido realizar fibrinólisis a pacientes que llegan más tarde; así, aunque el tiempo inicio-tratamiento aparentemente no cambió, se incrementó la tasa de fibrinólisis.
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados