El término «Necesidades Educativas Especiales» ha sido aceptado por parte de la comunidad edu-cativa sin haber analizado sus implicaciones sociales y políticas.
En este artículo se analizan esas implicaciones y se concluye afirmando que si no se tienen en cuenta dichas implicaciones, la nueva denominación sólo es uno de los muchos intentos que se han dado a lo largo de la historia de la Educación Especial para dar la impresión de que cambia lo sustancial, cuando en realidad lo único que se modifica es lo superficial.
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