El arte es una vía de conexión entre el corazón del mundo y el corazón del ser humano. Cuerpo, mente y alma son expresiones de un Espíritu unificado que habita el universo, y que puede tomar vida y manifestarse de un modo trascendente y resplandecer en las pequeñas cosas de la vida. Captar ese Todo Unificado es posible desde las posibilidades liberadoras que brinda el pensamiento complejo. Dado que el trabajo espiritual y los desafíos de la psicología profunda son aspectos interconectados de una misma realidad, el artículo aborda el tema de la dimensión psicológica del arte y de la belleza. Más que referirse a la naturaleza intrínseca de la obra de arte, el artículo toma el tema de la actitud mental con la que el observador enfrenta dicha realidad. Se desarrolla aquí un análisis sobre las vías de acceso a la experiencia estética y al inconsciente colectivo.
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