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Resumen de Mito, retórica y poética

Antonio López Eire

  • Las características del mito, del discurso retórico y del discurso poético son las mismas del lenguaje. Es decir, el mito es, al igual que el discurso retórico y el discurso poético, como el lenguaje mismo, a saber: operativo, activo, dinámico, pragmático, simbólico y metafórico, psicológico más que lógico, indiferente al criterio de veracidad, y, sobre todo, político y social. Pero, además, ese retazo de lenguaje que es el mito es, por un lado, comparable en su intencionalidad al discurso retórico, pues el mito es fundamentalmente parenético, está cargado de operatividad social e intenta persuadir y sus argumentos racionales son más o menos objetables o aceptables desde el punto de vista lógico al igual que en el discurso retórico; y, por otro lado, se parece a la poesía porque está fuera de un contexto concreto e inmediato y es metafórico y «poyético», es decir, creativo. El mito, como el lenguaje y sus manifestaciones retórica y poética, no tienen por misión reproducir la realidad o decir la verdad. En efecto, frases como «buenos días» o «está rayando el alba» no son ni verdaderas ni falsas, pero son vitalmente esenciales, sociopragmáticamente verdaderas. Lo mismo ocurre con el mito. El mito es lenguaje que nos ayuda a estar vivos, que nos explica la inexplicable pero fundamental experiencia de estar vivos, de ser sociales, de ser políticos, de emplear lenguaje, de ser limitados en el tiempo, de estar abocados a la nada que nos aterroriza, y de vivir en un universo espectacular que no acertamos a comprender. Todo esto nos lo explica el mito con el lenguaje, que, como es sabido, no nos enseña la realidad tal cual es y por tanto es indiferente al criterio de veracidad. El mito nos enseña a transcender con lenguaje nuestra propia mortalidad. Ésta es la función mítica, una de las funciones fundamentales del lenguaje interactivo y políticosocial. Las otras dos son la función poética que sirve para enhechizar con la palabra, y la función retórica que sirve para persuadir con el discurso. Pero las tres funciones se realizan con lenguaje. Como no podemos reproducir la realidad con el lenguaje, creamos otros mundos con él, actividad que Aristóteles llamaba mímesis o imitación y que consideraba generadora de toda poesía. Y, por otro lado, como no podemos persuadir al prójimo con la verdad, es decir, con la identidad de lo dicho respecto de la realidad referida, el lenguaje ha desarrollado su función retórica a base de mezclar la racionalidad de lo verosímil con la capacidad psicagógica y la estética (enhechizadora y poética) del propio discurso.


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