Nuestros países se caracterizan por ser profundamente pluriculturales y multilingües. Necesitan Estados que respondan a esta realidad, estados inclusivos de la diversidad, estados enraizados en los éthos de la gente, es decir, estados plurinacionales. En América Latina, la interculturalidad es percibida como un problema estructural que apunta a un nuevo modelo societal, radicalmente democrático, que por lo mismo reclama un nuevo tipo de Estado nacional. El presente trabajo lo he dividido en tres partes. En la primera parte analizo los orígenes del discurso latinoamericano de la interculturalidad. En la segunda parte evalúo el discurso y la praxis de la interculturalidad instituida como discurso y praxis funcional de nuestros estado monoculturales. En un tercer momento trataré de esbozar algunas pistas acerca de por dónde podría reorientarse el discurso y la praxis de la interculturalidad para que no pierda su potencial político liberador de crítica social y su capacidad creativa de nuevas formas de convivencia ciudadana.
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