Las sequías de 1841¿42 y, sobre todo, 1846¿50 en el sureste ibérico, tan próximas y particularmente graves, entre las peores de que hay noticia histórica, movieron a la convocatoria de un certamen nacional para seleccionar la mejor memoria sobre las causas de este tipo de fenómenos en las provincias de Murcia y Almería; con la finalidad de eliminar su causas y, si no era posible, atenuar sus efectos. El Gobierno de España se hacía así eco de la posibilidad de un cambio climático por deforestación.
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