«Lo pequeño es hermoso», dijo el economista E. F. Schumacher. Una sabia perspectiva para un planeta donde la mayoría de los organismos se organizan a pequeña escala. Un cucharón de agua de mar contiene una caótica mezcla de diminutos nadadores libres y nebulosos seres flotantes a la deriva. Muchos son microscópicos. Otros serían visibles si no fueran casi transparentes. Gelatinosos seres de formas cambiantes cabalgan las corrientes. Formas familiares en miniatura (calamares y pulpos bebés, larvas de pez de grandes ojos) se mueven con agilidad. Sus vidas son precarias. Algunos tienen conchas o exudan toxinas contra los depredadores; otros son activos sólo de noche. Pero son innumerables los que caen presas de bocas hambrientas, las de otros animalitos como ellos o las de enemigos mayores, como peces adultos y ballenas. Para ver el espectáculo, David Liittschwager se unió a científicos de la NOAA frente a la isla de Hawai. Los organismos se especializan para sobrevivir en esas aguas abiertas y pobres en nutrientes, de ahí la gran diversidad. Liittschwager tomó muestras con un cubo y una red de malla fina, usando linternas como señuelo.
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