Los preceptos del Corán han impedido que las esposas de los reyes islámicos puedan ostentar la dignidad de reina, para evitar que influyan en los asuntos públicos, limitando su vida muchas veces a la reclusión de los harenes. La difícil situación de la mujer en el islam queda patente también en las vidas de sus primeras damas, que pocas veces fueron de color de rosa.
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