Birmania sufre desde 1962 una dictadura militar brutal y corrupta que perdura gracias a la complicidad de países como China e India que quieren seguir manteniendo sus influencias y continuar beneficiándose de los recursos del país. Los últimos sucesos han vuelto a focalizar la atención internacional sobre este país empobrecido, comprobándose cómo el régimen birmano repite su largo historial de acciones violentas frente a las protestas y las ansias de democracia de los ciudadanos. Para poder cambiar las cosas, es necesario que terminen los apoyos de los países vecinos al régimen militar y que la comunidad internacional adopte medidas más firmes.
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