La forma urbana resulta de un proceso continuo que para ser comprendido amerita indagar sobre su expansión y transformación. No es posible entender la evolución de un período determinado, sin estudiar el período anterior. En cuanto a Maracaibo, se pretendió a partir de su fundación definitiva por Maldonado en 1574, describir su forma, su consolidación y expansión, y después proseguir con los siglos XVII y XVIII. Se consideró la influencia que tuvieron, en su disposición y morfología, los accidentes naturales: la línea costera, la bahía, las cañadas, la topografía y las construcciones edificadas anteriormente por los aborígenes. La inexistencia de información plani-altimétrica de la época, las dudas sobre el lugar exacto de las fundaciones y la ausencia de reglamentación urbanística, determinaron el apoyo en otras fuentes, como los relatos, planos y memorias de distintos viajeros. También se recreó la ciudad de entonces a partir de la planimetría actual, sobre la hipótesis de cómo se le ha ganado tierra al Lago en diferentes periodos, primero por la acumulación de materiales arrastrados por las cañadas, y luego por la acción del hombre.
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