Poco conocida para el gran público, la comarca turolense del Matarraña, bañada por su homónimo río, está salpicada de pueblos altivos en lo alto de colinas, protegidos por murallas y fortificaciones que denotan un inconfundible sabor medieval. En este rincón aderezado de olivos, almendros y saltos de agua, que esconde verdaderos paraísos senderistas y numerosas ermitas de romería, aún se conservan numerosos vestigios de la convivencia entre cristianos, musulmanes y judíos y de las persecuciones religiosas del Santo Oficio.
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