Introducción. La presión, como la temperatura, es una variable termodinámica que afecta los estados de la materia. La alta presión es una característica medioambiental de las profundidades del mar, donde las presiones aumentan a razón de 0,1 MPa (1 atm) cada 10 m. Humanos expuestos a alta presión, generalmente buzos profesionales, sufren trastornos neurológicos proporcionales a esa exposición. Desarrollo. El sistema nervioso es uno de los tejidos más sensibles a los efectos de la presión. Su alteración, conocida como el síndrome neurológico de alta presión (SNAP), comienza a mostrar signos a unos 1,3 MPa (120 m) y se acentúa a profundidades mayores. El SNAP se manifiesta con temblores en las extremidades distales, náuseas y/o moderados trastornos psicomotores. Consecuencias más graves son temblores proximales, vómitos, hiperreflexia, somnolencia y compromiso cognitivo. Estadios graves del SNAP presentan fasciculaciones, mioclonos y, en casos extremos, psicosis, crisis convulsivas focalizadas o generalizadas. El SNAP muestra un electroencefalograma caracterizado por disminución de ondas de alta frecuencia (alfa y beta) e incremento de ondas lentas, modificaciones en potenciales evocados auditivos, visuales y somatosensoriales, disminución de conducción nerviosa y cambios en latencia de reflejos. Estudios en animales de experimentación demostraron que estos signos son progresivos y directamente dependientes de la presión. A nivel neuronal y de redes, el SNAP muestra depresión de transmisión sináptica y, paradójicamente, hiperexcitabilidad. Conclusión. El SNAP se asocia con exposición a alta presión y su medioambiente tecnológico. Estudios experimentales sugieren hipótesis etiológicas y perspectivas terapéuticas y de prevención.
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