La creación de la plaza de Anaya durante el gobierno del general Thiébault en Salamanca fue la única aportación positiva de la ocupación francesa en esta ciudad. La conservación del plan previsto permite resaltar la originalidad de su concepción, a modo de plaza cerrada, poco habitual en los proyectos urbanísticos promovidos por la administración de José I. Las sucesivas transformaciones que sufre este espacio mantuvieron el carácter unitario de la ordenación inicial, que tuvo como referencia el palacio de Anaya hasta la reforma de 1972.
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