Evidentemente el poeta Cernuda ha prevalecido (y su herencia es copiosa, según reconoce una mayoría de creadores) sobre el crítico Cernuda. Y este hecho no se debe a que haya sido un mal crítico, por muy alejado que estuviera por ejemplo, por citar al crítico más academicista de su generación, de Dámaso Alonso, con quien comparte muy pocas simpatías -a pesar del tópico aceptado de que se trataba, la del 27, de una ¿generación de la amistad¿-. Tampoco a que sus fobias o particulares arranques de soberbia le llevaran a menospreciar alguna obra poética sólo por razones estrictamente personales, sino sencillamente a que su poesía y su ejemplo ético han calado tan hondamente en poetas posteriores que el papel del crítico ha quedado relegado a un segundo término.
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados