En mayo 2004, en medio de la intensa guerra por el talento, Groysberg y sus colegas de Harvard Business School escribieron un artículo en estas páginas advirtiendo sobre los riesgos de traer ejecutivos estrella de la competencia. Después de estudiar las trayectorias de más de 1.000 analistas bursátiles estrellas, descubrieron que cuando una estrella se cambia de empresa, no sólo cae su desempeño, sino también disminuye la eficacia del grupo al que se une el nuevo empleado, así como el valor de mercado de la empresa empleadora. Pero un análisis más profundo de los datos revela que la cosa no es tan simple. Un grupo de analistas mantuvo sostenidamente su estrellato después de cambiar de empleador: las mujeres. A diferencia de sus colegas hombres, las estrellas femeninas que cambiaron de firma se desempeñaron igual de bien, en general, que quienes se quedaron donde estaban. Las 189 estrellas mujeres de la muestra (18% de los analistas estrella del estudio) fueron ascendidas a puestos más altos que los hombres después de cambiar de empresas.
¿Por qué esta discrepancia? Primero, dice el autor, las mejores analistas parecen haber construido su reputación profesional sobre relaciones externas y transportables con clientes y con las empresas que cubrían, más que sobre las relaciones dentro de sus firmas. En cambio, los analistas hombres construían un mayor capital humano específico para sus firmas ¿y sus equipos¿, invirtiendo más en las redes internas y en las capacidades y recursos únicos de las firmas donde trabajaban. Segundo, las mujeres tenían más cuidado cuando evaluaban un posible nuevo empleador. En este artículo, Groysberg explora las razones detrás del desempeño transportable de las mujeres estrella.
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