Hay autores, en la vida literaria, que pasan de puntillas por la vida, sin el descaro de otros colegas o la promiscuidad de pioneros en el arte de vender literatura. Isidoro Villarroya (1800-1855), turolense y catedrático de instituto, por lo tanto doble sentido paradóji- co y complicado en aquellos años, fue el urdidor de una historia de los Amantes de Teruel y algunas obras teñidas de sentimentalismo y maniqueísmo romántico, que sin lugar a dudas escribió más con el corazón que con calidad, pero que sirvió para añadir, él el primero, una nota de sentimentalismo de la tierra, frente a los acosos literarios decimonónicos a la tradición amantista.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados