A las puertas de las elecciones de marzo de 2008, una mirada atrás revela una legislatura atípica. Un repaso de la dinámica propia de estos cuatro años permitiría no sólo entender los aciertos y los errores ¿y en especial las expectativas aún incumplidas¿ sino también atisbar algunas líneas fundamentales del giro copernicano que precisa la política exterior y, por extensión, la agenda política española. Un planteamiento estratégico del papel de España en el mundo pasa por la disolución de las barreras entre política interior y exterior. Es preciso superar el peligroso desfase entre nuestra posición relativa a nivel global y el ensimismamiento del debate político interno.
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