Aquel mes de abril, el Cine Olimpia estrena el sonido con un filme de Oliver Hardy; el cubierto en el Restaurante Flor cuesta un duro y a Huesca ha regresado de su exilio parisino el anarquista Ramón Acín, uno de los preeminentes artistas de la ciudad. Reseñas de la vida social, crónicas deportivas y anuncios publicitarios cedieron espacio a una actualidad política enfebrecida, que hacía correr con frenesí los tipos de plomo en las cajas de imprenta avivando el ritmo de las linotipias.
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