El artículo se estructura en dos partes claramente diferenciadas. En la primera, se argumenta la importancia de hablar de ética y deontología en las profesiones sociales y, básicamente, se insiste en dos razones: la no neutralidad de las acciones sociales y la relación que se establece entre estrés profesional y exposición permanente a situaciones de toma de decisión.
En la segunda, se apuntan posibles pautas para que los profesionales puedan integrar la reflexión ética en la práctica cotidiana. Concretamente, se insiste en el desarrollo de tres líneas de trabajo simultáneas: la consolidación de la identidad profesional, el posicionamiento en un modelo explicativo de la acción social y, finalmente, el análisis de los componentes de los dilemas y, sobre todo, en la forma cómo hallar respuestas a los mismos.
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