No se puede explicar el comportamiento del sector en 2006 sin poner en perspectiva los importantes cambios experimentados por nuestra economía en los últimos años, que han situado a nuestro país como la octava economía del mundo en términos de Producto Interior Bruto (PIB), de acuerdo con las estimaciones del Banco Mundial. Sin duda, el sector exterior ha contribuido decisivamente a estos cambios, pudiendo afirmarse que la apertura y la integración han sido motores de crecimiento. En efecto, nuestro grado de apertura ha pasado del 33% de nuestro Producto Interior Bruto en 1990 a más del el 66% en 2006, por delante de países como Francia, Gran Bretaña e Italia. El peso internacional de España se comprueba también en el ámbito de la inversión exterior. Si en 1990 el stock acumulado de Inversión Española Directa (IED) en el exterior ni siquiera alcanzaba el 3% del PIB, en 2005 rozaba el 34%. La inversión española en el exterior supera hoy día los flujos de entrada de capitales extranjeros, situándose España entre los primeros países emisores de inversión directa según la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD). Esta mayor apertura nos vincula más a los ciclos internacionales. También significa que el sector exterior tiene una mayor capacidad de aportar o restar crecimiento a la economía, y que ello dependerá tanto de nuestra habilidad de penetrar en mercados extranjeros como del momento del ciclo económico en que se encuentren nuestros principales socios comerciales. Pero un mayor grado de apertura significa también que nuestro mercado nacional está abierto a la competencia. Y, por ello, en épocas de expansión de nuestra economía y de estancamiento en los mercados hacia donde se dirige nuestra exportación, se produce un mayor deterioro en el saldo exterior. A falta de datos definitivos, y obviando el tema del déficit -que luego abordaremos-, podemos adelantar que el sector exterior en 2006 se ha caracterizado por dos circunstancias: la recuperación de las exportaciones y, más importante, el creciente protagonismo de la inversión española en el exterior en el proceso de apertura e integración de nuestra economía.
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