El libro de Rancière es un texto provocador para los pedagogos. A través de la historia del maestro Jacotot, que dice que puede enseñarse sin saber, se despliega un tratado sobre la igualdad, tejido a través de la crítica a las relaciones pedagógicas que construyó la modernidad. La crítica tiene dos líneas: por un lado, la educación escolar y profesoral es vista como atontamiento-embrutecimiento, en contra del mito pedagógico que siempre se creyó igualitario y emancipador; y por otro, se cuestiona la figura del intelectual crítico como reproductor de la misma desigualdad que critica. La intervención de Rancière es bienvenida en un debate educativo crecientemente despolitizado, virado a las didácticas tecnocráticas, y donde las urgencias del hambre y la violencia dificultan pensar en otras proyecciones político-educativas.
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