La Ley 43/2002 de 20 de noviembre, de Sanidad Vegetal, en el capítulo IV de su Título III, dejaba la puerta abierta a la comercialización y utilización de otros medios de defensa alternativos a los existentes hasta el momento. Las exigencias de una agricultura más sana, libre de residuos y la progresión de la agricultura ecológica, han hecho que las normas que regulan el uso de los productos fitosanitarios se vuelvan más exigentes y restrictivas, obligando la retirada de muchos productos.
De entre estos medios de defensa fitosanitaria alternativos están las feromonas, los organismos de control biológico y las trampas. Pero, sin duda, el medio de defensa que destaca por su novedad son los atribuidos a los productos fortificantes, capaces de que las plantas desarrollen vigor o resistencias frente a patógenos y a condiciones ambientales adversas. El concepto de fortificante da un nuevo sentido a la lucha fitosanitaria y cambia totalmente el panorama que conocemos hoy en día, ya que no se basa en el conocimiento del patógeno para desarrollar una molécula sintética específica capaz de frenar la enfermedad, sino en el estudio de la fisiología de la planta y de sus mecanismos de defensa aprovechando todo el potencial que la planta posee para defenderse.
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