El Estado de Bienestar es incompatible con la actual globalización neoliberal. Pero no es necesario renunciar a la globalización, lo que hay que hacer es invertir los términos y desarrollar un modelo de globalización que tenga como eje central el bienestar. Para ello, la política debe actuar sobre la economía, poniendo en marcha un orden institucional global que regule los mercados mundiales en lugar de contribuir a su desregulación máxima como ocurre en estos momentos.
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