Artículo que recoge el planteamiento investigativo, el proceso y las conclusiones de una investigación cuyo objetivo fue explorar la relación que se establece entre la necesidad de conocer la educación y las formas de participación social en la vida cotidiana de sectores urbano-populares, a través de la cual resuelven sus situaciones de vida. La problemática se instala a partir de la constatación de la aparente resistencia de amplios grupos de la población a apropiarse de los espacios de participación formalmente instituidos, en la transición de un régimen autoritario a un gobierno democrático. La aproximación a las prácticas sociales en el espacio local revela el debilitamiento de las organizaciones sociales formales, frente a la emergencia de un estilo de participación autogestionada que se expresa en múltiples prácticas sociales, culturales y recreativas, a través de las cuales fluye el conocimiento en la medida que emergen, entre los actores, mundos compartidos. La investigación concluye que el conocimiento no es sólo fruto del saber elaborado. Sustenta que éste conocimiento no se estanca, sino que fluye naturalmente en la vida cotidiana de la gente: en sus espacios familiares, en sus lugares de trabajo, en sus organizaciones, con sus pares. Las personas se relacionan, aprenden, se transforman, florecen a través de un proceso educativo abierto que no se nombra como educación -no al menos con la educación legitimada por el aparato escolar-. La educación, aprisionada en la escuela, no se nutre de la riqueza de esa corriente subterránea por la que circula el conocimiento en los distintos ámbitos de los mundos de la vida. Falta mucho por hacer en la convergencia de ambos saberes, a fin de que esta educación enriquezca y desarrolle la participación social.
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