Se aprecia claramente en el texto de Quevedo Providencia de Dios� (1641) el concepto de fecundación y origen de la vida vigentes en su época: la aparente paradoja de que la vida se genere a partir de lo corrupto ( Aristóteles, Plinio,�), de que el venenoso humor superfluo sea el alimento de la nueva vida, lugares comunes estos de la literatura de entonces; y la fecundación como obra exclusiva del padre, limitándose la madre a aportar la materia prima para la formación y alimentación del nuevo ser y procurarle cobijo durante los nueve meses de la gestación.
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