Una de las razones por las que el vuelo supersónico está muy restringido sobre tierra firme es el considerable ruido que un aparato de estas características emite a la atmósfera, sobre todo durante el famoso estampido, cuando se produce la transición entre el vuelo subsónico y el supersónico, o viceversa. El tráfico aéreo de esta clase, ya sea comercial o militar, apenas puede volar en rutas terrestres porque su actividad alteraría la vida de los habitantes en la superficie. Debido a ello, programas como el viejo Concorde estuvieron básicamente dedicados a trayectos transoceánicos intercontinentales, y los cazas militares no pueden de manera habitual superar la velocidad del sonido sobre tierra. Sin embargo, esto podría cambiar en el futuro, si los esfuerzos de la NASA por obtener tecnología que reduzca ese molesto ruido acaban fructificando durante los próximos años. El proyecto que tratará de hacerlo realidad, ya en marcha, se llama QueSST X-59.
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