Edgar Allan Poe escribió que �debemos recordar que, en general, el objetivo de nuestros periódicos es más el crear una opinión, impresionar a sus lectores, que defender la causa de la verdad�. Esta crítica se puede extender a los discursos de pensamiento, pues a pesar de que parecen contener cierta fi losofía, un atento oyente se suele preguntar hasta qué punto dicen la verdad. Esta cuestión se tiende a formular también en las disertaciones con clara falta de contenido y profusión barroca de oratoria. Aprovechando la anterior apreciación, se puede examinar si el curioso desequilibrio entre poca verdad y profusa locuacidad caracteriza a las épocas de crisis filosófica, y si la actual es una de ellas.
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