Desde la fuerte inercia academicista, que impedía su plena incorporación a los movimientos de vanguardia, la arquitectura andaluza ha registrado en el siglo XX una notable evolución que la ha colocado en un lugar destacado del panorama contemporáneo europeo. A partir de unas señas de identidad históricas y culturales propias que conceden a esta región, y a su arquitectura, una personalidad tan compleja como reconocible, la aportación de las dos Exposiciones Universales de Sevilla (Iberoamericana en 1929 y Universal en 1992) ha acabado por configurar un estilo arquitectónico andaluz que rezuma originalidad.
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