El País Vasco, tierra de caseríos y de industrias, ha desarrollado en el siglo XX una arquitectura de gusto fundamentalmente ecléctico y racionalista que ha dado paso a una nueva modernidad y una identidad constructiva vasca cada vez más definida. Bilbao y San Sebastián acapararon durante la primera parte del siglo la mayor parte de la producción arquitectónica, testigo recogido en las últimas décadas por Vitoria, convertida hoy en día en un modelo de urbanismo. Pero el protagonismo de fin de siglo ha sido nuevamente para la capital vizcaína, cuyo plan de revitalización acoge las obras cumbre del final del milenio.
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