El argumento de este artículo es que, si bien es cierto que la Comisión para la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica fue un loable intento sin precedentes por enfrentar el pasado durante un complejo proceso de transición democrática, también lo es que su fracaso en cuanto a abordar o develar la verdad de las mujeres oscurece sus resultados e, incluso, pone en tela de juicio su razón de ser. Es posible que ninguna de las justificaciones morales o políticas esgrimidas para preferir la verdad oficial de la Comisión fueran esencialmente diferentes de la verdad que un tribunal o un juicio hubieran llevado a las mujeres, pues ellas, en realidad, fueron visiblemente invisibles; o, al menos, su invisibilidad en el trabajo de la Comisión enturbió la fotografía completa que ésta pretendía construir acerca de las condiciones sociales y políticas de la era del apartheid.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados