Al igual que Holanda, Bélgica se vio involucrada en la guerra a su pesar. Aún siendo neutral, el país fue invadido por el Wehrmachf el 10 de mayo 1940, sirviendo de escenario al enfrentamiento de las fuerzas franco-británicas y alemanas. Integrado en el dispositivo aliado, el Ejército belga combatió con vigor y coraje pero no pudo resistir el empuje de las divisiones alemanas y se vio obligado a retroceder en condiciones penosas; acorralado frente al mar capituló tras 18 días de una lucha desigual.
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