Si bien existe una tradición española en la aplicación de los conocimientos psicológicos a la prevención de accidentes de circulación, que arranca desde la década de 1920, no se convirtió en un fenómeno de masas hasta mediados de los años 80 cuando, al extenderse desde los conductores profesionales a todos los conductores, llegó a un número creciente de españolas y españoles. Esta acción preventiva, que fue el primer rol profesional de intervención psicológica legalmente regulado en España, definido incluso antes de la existencia formal de una auténtica práctica académica en Psicología, es hoy una destacada fuente de empleo para los titulados en Psicología y goza de plena actualidad, como demuestra su reciente inclusión dentro del sistema de permiso por puntos. Los protagonistas de la historia fueron, primero, los psicotécnicos en centros públicos evaluando conductores profesionales, y luego los psicólogos en centros privados explorando a todos los aspirantes a obtener o renovar los permisos. La selección ha sido el hilo conector de lo que ha dado en llamarse el "Modelo Español" de seguridad vial. Se puede establecer varias etapas en el desarrollo del mencionado modelo, coincidentes en una gran parte con el desarrollo y consolidación de una ciencia psicológica española autónoma y con los cambios de paradigmas y tecnologías. El actual Reglamento General de Conductores mantiene el mismo patrón preventivo legalizado en 1934. Tras casi 100 años de vida y 25 de acción sobre masas, cabía preguntarse por su validez y utilidad, y eso es precisamente, apoyándose en datos empíricos, lo que pretende contestar este artículo.
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