Dentro del contexto de la tardía emergencia de la novela argentina en el siglo XIX, los folletines de Eduardo Gutiérrez siguen el mismo patrón y etapas del folletín decimonónico europeo, a la vez que intentan nacionalizar el género apelando a diversos tópicos que, como incipientes formaciones culturales, terminan por cristalizar gracias, precisamente, a los textos de Gutiérrez. Una vez asentado el modelo de lo que Rivera llama "primera etapa del folletín" con su Juan Morciro, el ciclo conocido como "dramas del terror" se inscribirá en lo que se considera "segunda etapa" del folletín. para brindar así un panorama frenético, posromántico y fuertemente maniqueo de los años de la tiranía de Juan Manuel de Rosas. Más allá de sus excesos, la pluma de Gutiérrez logra plasmar la versión literaria más truculenta pero más duradera de este período.
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