De la mano del gobierno del AKP, Turquía está impulsando una corriente neo-otomana que pone el acento en la estructura multicultural y multirreligiosa del Imperio Otomano. Pero, simultáneamente, el peso de las fuerzas armadas en la toma de decisiones relativas a los puntos de mayor fricción en política exterior (véase los casos kurdo, armenio y chipriota) continúa imponiéndose. El resultado es una mezcla confusa con la que, en cualquier caso, Turquía busca multiplicar su protagonismo regional e internacional.
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