La documentación feudal generada poco después de la conquista de 1229 da a conocer como los nuevos pobladores de Mallorca dejan de lado sus apellidos o gentilicios de origen para aceptar como signo distintivo los topónimos de aquellos lugares que les Fueron asignados en premio a su participación en la empresa.
Este sistema de identificación ha permitido que muchos nombres de lugar habituales en época islámica hayan permanecido como nombres de familia, en muchos casos vigentes aun hoy día.
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