En Malasia todo se juzga bajo el color de la piel y la fe que se profesa. Los altos edificios de la capital, Kuala Lumpur, se cimentan sobre décadas de rencillas étnicas y políticas discriminatorias. Las minorías india y china reivindican sus derechos ante la mayoría malayo-musulmana, que se considera dueña por derecho de estas tierras del Sudeste Asiático. Mientras, los indígenas que han poblado estas latitudes durante milenios son el grupo más empobrecido.
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