Ha transcurrido mas de una década desde la aprobación de la Convención de los Derechos del Niño en la Naciones Unidas, donde todos los países se comprometen a cambiar la cultura del menor objeto de tutela por el del niño como sujeto social de derechos y ciudadano; de jugársela por la infancia, pero aun vemos grandes brechas y desigualdades en el mundo, y sin ir muy lejos lo podemos comprobar en las principales avenidas de nuestras ciudades, en las zonas urbano marginales, en el área rural y sobre todo en la forma como tratamos a nuestros niños y adolescentes, considerándolos aun como sujetos a ser cuidados por los adultos, sin la capacidad de participar en su propio desarrollo.
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