En la Argentina de los últimos 15 años las políticas y prácticas han intentado consolidar el status de consumidor como nueva carta de ciudadanía - y por ende consumidor de �productos culturales� - (Canclini:1995, 22-23), lo que produjo una acentuación de los procesos de exclusión social, fragmentación, empobrecimiento extremo, super-polarización de la riqueza, corrupción en los ámbitos públicos y privados, crisis de representación político partidaria, desilusión por democracias con dificultades para resolver problemas sociales, vulneración de derechos, crisis de identidades sociales, etc., que contribuyeron a precarizar materialmente ámbitos complementarios de la vida cotidiana y poner en crisis las representaciones que se tenía de ellos.
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