Hace treinta o cuarenta años existían lugares en el mundo en donde los muy ricos, las grandes fortunas del globo podían acudir para poner a buen recaudo una parte importante de sus patrimonios. Eran una especie de "caja B" que servía para ocultar el origen poco apropiado de sus bienes, para hecerlos invisibles a los ojos de las autoridades o simplemente para proporcionar seguridad y vías de escape ante circunstancias que se tomaran como poco propicias o peligrosas. Pero, a diferencia de lo que hoy representan los paraísos fiscales, no se podía considerar que fuesen lugares en los que se llevaran a cabo operaciones económicas en el sentido estricto o pleno del término.
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