Élites necrófagas se alimentan de atentados y de las guerras que les siguen. Sólo el terrorismo puede dar legitimidad y sentido a un mundo que llega a los últimos límites de la intolerancia, de la ganancia y del cinismo. El terrorismo no es otra cosa que una exacerbación de las tendencias autodestructivas de la sociedad capitalista. Degradación ambiental, desigualdad social, racismo e indiferencia estructural ¿son problemas de quién, al fin y al cabo? ¿Quién financió, encubrió o infiltró terroristas sino las propias potencias que se dicen agredidas?
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