En el siglo XVIII la confianza en la idea de progreso hizo posible que en Occidente se cuestionara el "orden natural". Los pensadores y activistas de las décadas siguientes creyeron firmemente en la emancipación humana y lucharon por ella. Durante el siglo XX, la noción de desarrollo ha caracterizado la idea de progreso, pero en los inicios del XXI ha entrado en crisis. Los excesos del desarrollismo están llevando a la humanidad al abismo, por lo que la nueva idea de progreso debe volver a recuperar la intención de antaño, de unir el progreso con la emancipación de los seres humanos, retomando el impulso del "sí podemos" que ha caracterizado los movimientos transformadores de la izquierda durante décadas.
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