El criterio de que la música puede cumplir las funciones de una lengua o por lo menos parecerse a ella, ha sentado las bases para formular teorías que en parte se fundamentan en un análisis comparativo entre la lengua y el lenguaje musical. Pero independientemente de las teorías, los compositores siempre han asumido una poética concreta respecto a este asunto. El presente artículo se propone analizar las raíces del problema desde el punto de vista de la experiencia estética, así como revisar algunas de las diferentes propuestas que en el transcurso de la historia se han dado. En concreto, atendiendo exclusivamente a la obra de Fernando Remacha, se revela de forma directa las contradicciones que en torno a este tema se pueden dar entre la teoría estética, la poética y la práctica compositiva.
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