El autor rememora un episodio de la vida del P. Donostia, a través del cual entró en contacto con él. Fue con motivo del traslado de la capilla de los PP. Capuchinos de San Sebastián a otro edificio, para lo cual se celebró un solemne triduo de inauguración. En ella el P. Donostia tocó sus Preludios Vascos, lo que dejó una huella profunda en el autor de este artículo.
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