El núcleo fundamental de la fibromialgia es un cuadro de dolor crónico referido a diversas estructuras del sistema musculoesquelético sin datos convincentes de patología en el mismo. Además de dolor, los pacientes con fibromialgia suelen presentar fatiga, alteraciones del sueño, cefalea, déficits de concentración y problemas emocionales asociados a muchas otras quejas psicosomáticas. En la génesis de la fibromialgia están implicados factores genéticos y ambientales, y en su perpetuación subyacen alteraciones del sistema nociceptivo que condicionan un síndrome neuroendocrino de estrés crónico. Pese a la importante cantidad de datos obtenidos en las investigaciones, no existe un marcador definitivo para la fibromialgia, padecimiento que puede presentarse aislado o asociado, entre otras enfermedades, a artritis reumatoide, lupus eritematoso sistémico, miopatías y esclerosis múltiple. Las repercusiones de la fibromialgia sobre la vida familiar, laboral y social del paciente son, generalmente, muy importantes, máxime cuando las medidas terapéuticas (ejercicio aeróbico y fármacos antidepresivos y antiepilépticos-moduladores del dolor) sólo han demostrado una eficacia discreta. No obstante, el diagnóstico preciso de la fibromialgia, la comunicación del mismo con expectativas de realidad y el manejo individualizado de cada paciente tienen capital importancia, entre otras cosas, para evitar posibles acciones iatrogénicas derivadas de una visión parcelar de un problema con múltiples vertientes.
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