La evolución del pensamiento musical a lo largo de los últimos cincuenta años se ha forjado sobre la estrecha relación entre el arte y la ciencia del timbre. El resultado no ha supuesto el surgimiento de un nuevo colorismo, sino la conquista de unas relaciones funcionales con un grado de definición que sólo ha sido posible gracias a la informática. La ciencia del sonido digital ha permitido abordar y solucionar los problemas relacionados con la percepción del timbre, ya que se ha logrado un grado de precisión que no se alcanzaba ni con los recursos mecánicos, ni con los medios electroacústicos. Por consiguiente, las categorías del pensamiento musical se han renovado a fondo. Las técnicas de la composición musical se han visto afectadas por el ascenso de una disciplina que modifica tanto la escala de observación como el lenguaje. La música trata hoy de objetos híbridos, de formas medianeras, de estados intermedios. Una nueva dinámica se nos desvela; es la que relaciona sin dificultad la escala microscópica a las formas perceptibles por el oído humano. La interacción del arte y la ciencia no prejuzga la evolución del arte. Pero, sin embargo, constituye la condición histórica de su evolución, ya que el arte no puede dar la espalda a las nuevas técnicas de pensamiento, las cuales tienen una profunda repercusión en la escritura orquestal. La música no es una ciencia ni una tecnología aplicada, y es por eso por lo que el campo dialéctico del pensamiento artístico y científico sobre el timbre reviste una importancia determinante.
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