El personalismo metafísico podría llegar a ser -y también el autor de este ensayo está comprometido a esto-, una especie de interrupción del proceso histórico de la ética moderna en un punto crucial de su crisis. Una pausa que es un reclamo a la posibilidad de otras síntesis en una recuperación de lo antiguo y en una purificación de instancias profundamente sentidas en la conciencia contemporánea.
Esto sucederá sin embargo con una precisa condición: que se reconozca efectivamente la presencia del principio personalista de algunos hechos físicos (y en particular biológicos) bien determinados en el papel de elementos constitutivos esenciales de esta norma.
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