Durante el Antiguo Régimen español las ciudades castellanas, especialmente las de voto en Cortes, cabezas de provincia fiscal y militar, fueron regidas por oligarquías y grupos medios urbanos que las consideraron un coto cerrado en el que no siempre ejercieron la acción municipal, sino que, frecuentemente, fueron una plataforma para sus deseos de ascenso social. La propiedad del regimiento, vía «venalidad», les hacía pertenecer a una «elite de poder» político en el ámbito urbano y les proporcionaba, además de oficios y empleos, la gestión (y a veces la privatización en sus personas -vía juros o deuda pública municipal-) de numerosos recursos fiscales municipales y de rentas reales, como el servicio, los millones, los cientos, o las alcabalas, pero también les daba a ellos y a sus familiares el tan ansiado prestigio social, que en la España Moderna venía asociado a la condición nobiliaria. Un estudio del grupo, el origen social y económico, las expectativas de ascenso y promoción social es lo que se pretende en este artículo con el caso concreto de los regidores de Guadalajara en el siglo XVIII.
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