La reciente inauguración en Granada de un museo, dedicado a la civilización andalusí y a las relaciones entre el Islam y Europa, renueva el interés por el crucial papel de la España musulmana.
La España musulmana, al-Ándalus, fue durante los siglos IX al XII un referente de civilización que alcanzó altas cotas en los diversos campos intelectuales y científicos. La Córdoba del siglo X era una especie de meca cultural, no sólo para el mundo árabe e islámico, sino también para el mundo cristiano europeo, gracias al papel fronterizo que jugó al-Ándalus entre las dos civilizaciones. Nobles y reyes de la España cristiana del norte acudían a los médicos cordobeses en búsqueda de alivio a sus males; las tiendas de libros abundaban en los zocos, junto a colmadas farmacias que expendían remedios hechos con elementos traídos de otras tierras; las principales ciudades tenían entre sus sabios, no sólo ulemas y alfaquíes expertos en el Derecho y la religión islámica, sino también astrónomos que controlaban el cielo y sus misterios, así como matemáticos que resolvían complicados asuntos de herencias o ayudaban a los comerciantes en su contabilidad. Además, al-Ándalus, que hasta ese momento había sido tierra de viajeros al Oriente, se convierte en objetivo y meta de aquellos viajeros que, provenientes del norte de África o del Oriente, deciden aprender de los maestros andalusíes.
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